lunes, 3 de noviembre de 2008

Vigésimo Tercera Situación Comerciable

Siempre era una cuestión diferente, una nueva forma de ver esas coloridas formas que se iban delineando frente a sus ojos, una nueva forma de guiñar el ojo izquierdo al verlo. Siempre era una cuestión diferente, pero se basaba en la misma farsa, todos los martes, cuando el reloj marcaba poco mas allá de la una, Raquel pensaba en un par de ojos verdes que la miraban desde alguna otra esquina en la habitación.

Era eso de seguir con la rutina, dejarse llevar por las pausas entre las agujas, dejarse comer por los espacios entre los números. Pero siempre era una cuestión diferente, cambiaba la música o la conversación, cambiaba la luz o se veía todo diferente... Una nueva forma.

Sabiendo las agujas cercanas a las dos de la tarde, mientras pensaba en los ojos de cada vez, los que cambiaban de expresión así como el tiempo de hora, repitiendo una y otra las mismas cada vez. Sabiendo las agujas así, notó que finalmente era noviembre; era época de algo, era tiempo de hacer algo, de dejarse llevar.... Era el momento, pero Raquel, sentada entre el frío de una biblioteca decidió no dejarse llevar, no esta vez, y finalmente cerrar el libro y empezar la dichosa monografía.

Fue entonces que se dio cuenta: él no estaba.
Como buen martes, el cielo pintaba tonos morados entre las nubes y los ruidos eran ajenos a su tiempo. La sonrisa estaba mal dibujada, un poco corrida, y los ojos, palideciendo, se habían dejado llevar por el mal tiempo.

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