jueves, 4 de septiembre de 2008

Décimo.séptima Situación Comerciable

Salió del aula, impresionada por que al levantar la vista nadie se encontraba en los asientos de su derecha. El silencio era sofocante al principio, le ahogaba el saber que no provenía de su cabeza esa paz que empezaba a inundarla, a calarsele hasta por entre los dientes. Los pasos temblorosos en el pasillo pronto se convirtieron en un mar de pasos, un correr de sonidos que de preocupación pasaba a euforia mientras veía dentro de cada aula mesas con computadoras abiertas, celulares en los estuches, lapiceros sobre los cuadernos. Finalmente entró a la oficina del que allí cuidaba, el teléfono descolgado se movía de un lado al otro bajo el escritorio, casi apoyándose en el suelo.
No había nadie, ni un guardia, ni un alumno ni cualquier otra persona. Buscó, por horas buscó y continuó encontrando las muestras mas evidentes del abandono del sitio, del sitio completo. Se decidió a buscar en la calle, a finalmente comprobar sus sospechas.
Pensó en dirigirse primero hacia una parte llena, comprobar de una sola vez lo que se temía, pero que ¿y si en lugar del completo vacío que esperaba se tropezaba con un mar de automóviles moviéndose bajo la perfecta y predecible rutina...? ¿Y si se había equivocado?
Caminó hacia arriba, donde hasta en momentos normales encontraría un vacío sofocando el asfalto. Y tras empujar sin mucha fuerza el portón que la separaba de la verdad, dio los primeros pazos de libertad pura.Nada, ni adentro ni en ningún otro lado. Luego de haber descubierto la libertad, había encontrado en el asfalto un silencio aún mas sofocante que el de adentro, mas sofocante que el vacío de las aulas. Luego había empezado a caminar entre carros en marcha, apagando la mayoría y dejando las llaves en la puerta de cada uno. Le era imposible controlar esa compulsión de apagar cuanto automóvil encontraba.
Había alcanzado a llegar ya hasta un centro comercial a mitad del camino, buscando un medio mas rápido en esa soledad incomprensible. Y se adentraba en la cocina de una de varias tiendas del área, buscando algo para refrescarse cuando escuchó un ruido afuera. Sacando sólo la cabeza y bajando el vaso con el frío contenido, vio una sombra escurrirse hacia la tienda de al lado. Probablemente con la misma misión, tomó una cuchara y salió emocionada, considerando la posibilidad de compañía.
No entró a la cocina de al lado, pues al reencontrarse con el abrazo de rayos UV y el agobiante asfalto, la sombra se incorporaba frente a ella. Con esos ojazos verdes que la reflejaban desde ya hacia tanto, la sombra sonrió alegremente al reconocer el rostro de su compañía.

-Somos seres de tiempo.

No hay comentarios: