No había nadie, ni un guardia, ni un alumno ni cualquier otra persona. Buscó, por horas buscó y continuó encontrando las muestras mas evidentes del abandono del sitio, del sitio completo. Se decidió a buscar en la calle, a finalmente comprobar sus sospechas.
Pensó en dirigirse primero hacia una parte llena, comprobar de una sola vez lo que se temía, pero que ¿y si en lugar del completo vacío que esperaba se tropezaba con un mar de automóviles moviéndose bajo la perfecta y predecible rutina...? ¿Y si se había equivocado?
Caminó hacia arriba, donde hasta en momentos normales encontraría un vacío sofocando el asfalto. Y tras empujar sin mucha fuerza el portón que la separaba de la verdad, dio los primeros pazos de libertad pura.

Había alcanzado a llegar ya hasta un centro comercial a mitad del camino, buscando un medio mas rápido en esa soledad incomprensible. Y se adentraba en la cocina de una de varias tiendas del área, buscando algo para refrescarse cuando escuchó un ruido afuera. Sacando sólo la cabeza y bajando el vaso con el frío contenido, vio una sombra escurrirse hacia la tienda de al lado. Probablemente con la misma misión, tomó una cuchara y salió emocionada, considerando la posibilidad de compañía.
No entró a la cocina de al lado, pues al reencontrarse con el abrazo de rayos UV y el agobiante asfalto, la sombra se incorporaba frente a ella. Con esos ojazos verdes que la reflejaban desde ya hacia tanto, la sombra sonrió alegremente al reconocer el rostro de su compañía.
-Somos seres de tiempo.
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