martes, 22 de julio de 2008

Preparación

La misma rabia que nos ha ido conquistando por todos esos años explota sin avisar en la cara. Y que mas queda que abrazarla y dejarse llevar por ese cálido abrazo de dolor. "Pobrecita" pensás, mientas vos sos quien ya no aguantaba y pidió ese abrazo con desesperación. No, ella no gana, ni vos perdés, pero te vas dando cuenta que realmente no queda nada ni nadie. Maldecís de nuevo, más ahora que cenás sola donde nadie te ve, releyendo el mensaje donde te cuentan qué ha sido de quien, y dónde.
El dolor no ayuda, ese maldito dolor y que nadie a quien le importe lo sepa. Pero eso va mas allá del problema, dado que casi todos con quienes has hablado lo saben.

Pero la rabia que explotó es lo de menos; ya ni siquiera importa lo que te llevó a ese punto, o como te fuiste dejando arrastrar a esa nostalgia.
Todo va quedando de lado cuando escuchás que alguien allá afuera también necesita compañía y pide la tuya, cuando te vas dando cuenta que él quiere de vos lo que vos de él y que todo es tan obvio que no intentaste verlo antes. Maldita la hora para que no podás sonreír, maldita la hora donde no podés solo agarrar uno y perderte en el humo, maldita la hora y esos hilos que te están volviendo loca.
Cuando tus piernas recobran el sentido y escogés una dirección para seguir, ya te conformaste y al hacerlo te diste cuenta que llevabas la imagen que debías. Ya aceptaste el frío y sudaste el calor y dejaste que las manchas se lavaran de tus manos con lluvia. Cuando finalmente te levantás y te vas, ya sos la última y poco importa; igual que serías la última lo supiste desde que comenzó.
No te hartás, por que te das cuenta que lo has hecho bien, y no te rendís por que ya no parece competencia. Te queda todo para ese último pedazo, ese año en que la vereda será cuesta arriba y no vas a parar ni por agua, ese año que comienza en semanas y terminará en milenios... Ese último año, en el que no te vas a convertir en lo mismo que ellos...

No hay comentarios: