jueves, 10 de julio de 2008

39 grados centígrados

Se retorcía en su delirio, a veces murmurando respuestas a preguntas milenarias, a veces solo pronunciando cierto nombre en voz alta. Se retorcía y la mano de la figura imaginaria se deslizaba por el cabello, acariciaba la frente o le aplastaba las manos hundiéndola en cariño.
Una creación de la mente, causada por las altas temperaturas o por el incontrolable deseo de ya no estar sola, estaba la figura a los pies de la cama, observando a la niña en su delirio, consolándola en su lloriqueo de infante enferma.
Se dice que en la infancia, para combatir la soledad el niño crea amigos maravillosos, existentes únicamente en la imaginación. No era para mas que ella creara a alguien que la visite cuando está sola y enferma. No era la primera vez que la cuidaba, pero si la primera que cobraba un rostro conocido y golpeaba con tanto ardor al vacío de la joven.
La observó con cuidado hasta que esta perdió la soledad entre la sabanas, la encontraría otro día, pero por el momento todo estaba a salvo.

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