domingo, 18 de mayo de 2008

Décima Situación Comerciable



Comercialización de lo inexistente: conversación prolongada de persona que hace mención con ente imaginario. Ya llegaste a la decena.

Pues resulta que en los confines del universo se desespera un algo por esperar una respuesta. No se sabe ni como ni porque esta relacionado con esto, pero es un pastel de manzana de los que ella cocinó cuando la querían.
La segunda parte del pastel tardaba 45 agujazos en terminarse, 350 grados y mucho autocontrol para no dejarse llevar por el olor.
Se desespera un algo por esperar una respuesta, lo que fuera se diera a cambio de respuestas... Pero la situación en este caso es cara.

A cambio de la amena platica basada en el silencio de una letra, algún link que no afecte. Venganza quizás, pero mas que eso la información solicitada será inútil. En el comercio no existen los jóvenes de camisas blancas de botones y corbatas azules, que bailan frente a una pantalla. Esos no están a la venta, por la simple duda que sean humanos siquiera.

Bueno ya, la lista es larga, la frecuencia nueva y este frío (hijo de puta) harta a cualquiera. Después y antes se saludan como conocidos en un pasillo. La graciosa animosidad de las situaciones se torna en el hecho de que sí es una red mundial.
Ya que el techo es duro o el cielo morado viene sobrando, la duración continuará desconocida pero el cigarro no dura tanto. (ah y la rima de canción pop renace, o será recaída de esa enfermedad tan odiada?)
Solo otro domingo que se acaba.

Siendo un frío insensible de un fin de semana cualquiera, observaba desde las hojas de un mango del patio lo que le pasaba. Euforia probablemente, alegría simple o desesperación. Pero desde el punto de vista de un frío, evaluarla no era tan fácil.
Los hechos como siguen:
Tecleaba frenéticamente mientras esquivaba las cenizas del tercero. Con el aparato en las rodillas y en los ojos un brillo escondido. Tecleaba mientras cantaba algo diferente al sonido que emana de los parlantes, observada únicamente por el frío, las hojas y la noche en general.
Cada cierto tiempo se sentaba abajo o arriba (dependiendo de donde estuviese) y continuaba en la tarea. La luna disimulaba no estar llena, vistiéndose con nubes y reflejos y se dejaba ver sin saberla completamente.
Luego de apagar el último, devolver el humo y su magia a la ciudad a donde pertenece, se divierte con la confusión de la que se cree capaz, guardándose toda decepción para una hora menos amena. Y se levanta con los implementos que le siguen, camina con la oscuridad en la espalda y baja con el dolor en cada pierna. Sonríe a cada momento, creyendo fielmente que al fin vendrá la esperanza de regreso, creyendo que es hora de ser y soñar simultáneamente.

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