domingo, 7 de diciembre de 2008

Una Caja de Lights


Hay días, después de varias visitas al supermercado, que finalmente se vuelve a comprar una caja de lights. Después de azules y rojos recortados, de deltas robados y pequeños robos a cualquier kent, te reencontrás con esa caja que tanto anhelabas y la adorás de solo verla.
Sus colores, la palidez, los contrastes, la forma en que le cae la luz; la forma, el olor, la idea que es lo que buscabas...
Adorás todo de ella y casi con miedo empezás a golpearla contra tu muñeca, soñando con el sabor de un light, con ese pequeño medio centímetro de papel que queda cuando vos lo taqueás.
Y la abrís observando como el plástico se rompe, con cuidado le quitás esa capa transparente, como si fuera mágico, fantástico.
Y casi con amor le robás el papel aluminio, revelando dos filas perfectas de círculos blancos que te esperan.

Seguís tu impulso y girás el de en medio que tenés frente a ti, admirando el medio centímetro, saboreando lo que viene. Luego sacás el que está justamente a la derecha y lo colocás cual si fuera un adorno entre tus labios. Esos carnosos y rosados labios que sonríen sin moverse al sentirlo.
Y con la mano izquierda buscás el encendedor, colocándolo en la derecha.

Y ves el humo flotando frente a ti para sonreír satisfecha al sacarlo lentamente de tus pulmones. Dejás escapar la muerte por un momento más, luego tendrá tiempo de matarte.
La segunda vez que aspiras el humo lo hacés con la misma ilusión, saboreando la suave brisa que te acaricia el rostro antes de exhalar.


Ya por ahí del quinto, un par de horas luego, te has dejado olvidar cuanto hacía que no sostenías una caja de lights. Te sorprendés al ver como el vicio ha crecido y apagás ese quinto ya con rutina en los pies, casi sintiéndolo extinguir su braza bajo tu suela.

Cuando finalmente llegás al que tocaste al principio, lo hacés con un aire de frustración al ver que se acaba. Pero la fantasía de ser ése precisamente te invade, permitiéndote apretarlo entre los labios con la misma sonrisa.
Entonces es cuando te das cuenta: harías lo que fuera por una caja de lights.

2 comentarios:

Carlos dijo...

No fumo, ¡gracias!

Anónimo dijo...

qué mediocre